DESDE EL MIRADOR DEL MAR ( Delirios de amor )
Hoy es un anochecer triste y lúgubre y mi alma al caer la tarde se ha llenado de clamores y llantos envueltos en los dulces recuerdos que en mi dejaste.
Me he dirigido a la orilla de la playa y allí sentado sobre e la arena me he puesto a soñar. Mi mente de pronto y manera incomprensible se ha ido nublando y casi sin darme cuenta he caído en un ensueño cuyo letargo me iba llenando de felicidad.
Entre las olas del mar te he visto de nuevo aparecer junto a mí en la más completa desnudez y el reflejo de la piel de tu cuerpo hacia resplandecer con su luz y belleza sus aguas saladas.
Loco de alegría por tan dulce aparición, me de despojado de la ropa y he corrido lleno de felicidad a tu encuentro. Gran gozo para mi espíritu a sido el estar a tu lado sintiendo tu cuerpo y sin mediar palabra alguna nos hemos puesto a juguetear como niños, chapoteando y jugando con el agua de nuestro querido mar.
La enervación y lujúria se ha apoderado de nosotros, te he agarrado con suavidad por la cintura y mirándote fijamente a los ojos he dirigido mis labios hacia los tuyos para saborear el sabor a salitre de tus jugos y volver a vivir de nuevo esos instantes tan llenos de amor que ya jamás podremos olvidar.
Te has colocado sobre mí y poniendo las rodillas a mis costados has iniciado otra vez la dulzura de la pasión de volvernos a besar. Has introducido tu lengua de nuevo dentro de mi boca, me has lamido las oreja y después has tocado mi punto sensible al mordisquearme el cuello con la dulzura que solo tú sabes hacerlo. He sentido la opresión de tus grandes pechos sobre mi torso y la furia voluptuosa de volvernos a amar ha vuelto a alegrar nuestros sentidos.
Es como si jamás hubiera visto una mujer desnuda. Tu apariencia de mujer frágil ha desaparecido al empezar a acariciar esas piernas tan hermosas que siempre has lucido y me has enloquecido con ellas en tantas noches de amor.
Te he abrazado dulcemente mientras te acariciaba con suavidad tus pechos. He notado como tu mano se ha deslizado entre mis piernas y con ternura tus dedos se han apoderado de mi iniesta y enervada bandera, mientras una sensación de escalofrío ha llegado a mis sentidos al notar tu boca hacer posesión de mi hombría. Te he colocado sentada encima de mí y con gran sutileza he penetrado en tu cueva para danzar como si fuera la primera vez un delicioso ritmo tropical, bello baile lleno de fantasías en espera de la llegada del mas dulces de los extasis mientras el movimiento de las olas nos ha acompañado en nuestro amor, bello tobogán que siempre nos ha conducido al más bello goce del Eden, manjar digno de los Dioses.
Con las primeras luces del alba me he despertado, estaba solo en la playa tumbado sobre la arena. No había ya rastro ya de ti y he pensado que quizás ha sido la brisa de la mañana la que ha borrado nuestros ratos en esta noche de amor.
No, no ha sido un sueño y me niego a pensar que ha sido así. Mi amada esta noche ha venido a visitarme, a decirme que me quiere y a demostrarme su amor.
Manuel
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